Por: Juan José Mesa
La Semana Santa, es el período sagrado de los cristianos. Este año lo será entre el 28 de marzo - Domingo de Ramos – y el 4 de abril - Domingo de Resurrección. Es un tiempo propicio para la lectura, la meditación y ponernos en contacto con la Historia del Arte. Aprovechamos la ocasión para hacer una nueva reflexión sobre el marco y su importancia.
El marco, que es algo más que un simple adorno para una obra de arte. Es conocido desde la antigüedad en Egipto, Grecia y Roma (en pinturas de muros y mosaicos) así como también en las paredes de las iglesias de Europa, donde las imágenes religiosas eran bordeadas por elementos decorativos similares a las que podemos ver en los libros. Con anterioridad hemos dejado claramente establecidas sus funciones adicionales a la estética.
Los italianos quienes fueron los primeros maestros del arte, con sus hermosos marcos influenciaron inicialmente a España, Alemania, Francia, Holanda y luego al resto del mundo. El cambio más profundo en el arte de enmarcar antes del Siglo XX, se produjo a comienzos del Siglo XVI en Italia, cuando los maestros de la época introdujeron el uso de “molduras”, sentando las bases del enmarcado de pintura de caballete o arte húmedo, para los próximos siglos.
Si nos remitimos al origen etimológico del término marco, este procede de la palabra germánica "marka", que significa frontera. En consecuencia este límite, debe corresponderse con la armonía del asunto representado. Dicho de otra manera, "Marcar, es delimitar un territorio y así un marco señala el espacio propio de una pintura y la individualiza en relación a lo objetos colindantes". (1)
Tener claro lo precedentemente dicho, nos permite desde una perspectiva conceptual comprender la importancia del marco. Ante ausencia de datos científicos sobre la historia de los marcos, recurrimos a citar frases de destacadas personalidades de la Historia del Arte, que nos revelan inclusive la manera de pensar de los propios artistas y nos sitúan en el justo contexto, tiempo y espacio, así como el papel que juega el marco en una obra de arte, desde tiempos remotos.
Por ejemplo, Víctor Stoichita, hace referencia en su ensayo, a un tratado de Arte del Siglo XVII que dice: "aparte de que los marcos sirven de adornos a los cuadros, contribuyen de antemano a su lucimiento. Por eso los marchantes y los coleccionistas prefieren no mostrar sus cuadros si no están enmarcados, a fin de que luzcan más. De aquí que los italianos digan que un buen marco, que ellos denominan corniche, es il ruffiano del quadro" (2)
En el mismo sentido, la carta de Poussin a Chantelou en 1639 sobre Los israelitas recogiendo el mana en el desierto, revela de manera contundente e irrefutable la importancia que los maestros de esa época le concedían al marco. Citamos: "Os advertiré tan solo de que os envío vuestro cuadro del mana por medio de Bertholin, correo de Lyon...Cuando lo hayaís recibido, os suplico que si lo encontraís bueno lo adorneís con un marco, pues lo necesita, a fin de que contemplándolo desde cualquier ángulo los rayos del sol sean retenidos y no se esparzan hacia fuera recibiendo la influencia de otros objetos vecinos, que viniendo mezclados desordenadamente con las cosas pintadas confundan la vista... sería muy apropiado que dicho marco fuese dorado de oro mate muy sencillamente, pues este se adecua muy delicadamente con los colores sin ofenderlos... Debe ser colocado algo por encima de la línea de los ojos". (3)
No cabe dudas, que el autor de estas palabras considera que el marco es una condición sine qua non para que la pintura pueda ser realmente, admirada, percibida y protegida. Y se deduce que el marco no solamente separa la obra de su entorno, si no que también contribuye a su conservación. Y que el mismo, está reservado para las obras buenas. De ahí se deriva el hecho, de que numerosas obras no quedaron asentadas en su momento histórico, por no estar enmarcadas.
Esto se comprende mejor, cuando contemplamos las obras maestras colgadas en los museos más importantes del mundo. Ellas por si solas, nos revelan que los artistas cuidaron hasta el más mínimo detalle durante su creación. Y es posible, que su propósito era dejar una huella indeleble, perpetuada en el tiempo a fin de deslumbrar a las generaciones posteriores.
A modo de ilustración cabe señalar, que en el año 1587, se pagó más por la confección del marco del Expolio del Greco, que por la propia obra. El precio pagado por la enmarcación fue 200.600 maravedíes, mientras que por la pintura se pagó 119.000 maravedíes. (4) Ni hablar. Para pagar dicha suma, no cabe dudas de la importancia que se le daba al marco ya entrando al Renacimiento.
Años más tarde, Vincent Van Gogh, se expresó con relación al marco de la siguiente manera: "Solo doy por concluidas mis obras cuando las veo enmarcadas". (5) Sin temor a equivocarnos, este genio creador no concebía su creación fuera de su entorno.
Otro de los grandes a los que hay que hacer referencia con relación al tema que nos ocupa es a Herny Matisse; quien decía: "una pintura ha de verse rodeada por un bello marco dorado, pero no hay cuidado, si la pintura es buena sobrepasará al marco". (6) Estas palabras que contradicen a los modernos de nuestra época, vienen nada menos que de Matisse. Yo quisiera llamarlo Matisse El grande. Sobre todo ahora que está de moda en boca de papanatas, menos es más..., para que el marco no compita con la obra, etc... No hay que agregar nada más. Son las palabras de Poussin dichas de otra manera varios siglos después.
Pero no se puede concluir este tema sin transcribir textualmente el testimonio de Ortega y Gasset, plasmado en su ensayo Meditación Sobre el Marco, en pleno siglo XX: "Un cuadro sin marco tiene el aire de un hombre expoliado y desnudo... No puede faltarle el uno al otro... Su contenido parece derramarse por los cuatro lados del lienzo y deshacerse en la atmosfera". (7)
Cuando una persona, sea coleccionista o no, acuda a enmarcar sus obras de arte, es muy importante saber elegir el lugar donde lo hace, y más aún, la calidad de las molduras que les ofrecen. El marco y la obra de arte, es un matrimonio indisoluble. Ambos están en conexión directa, no por casualidad, ni por protección, ni soporte, ni por los adjetivos que le proporciona. Uno no puede faltarle al otro.
El marco, que es algo más que un simple adorno para una obra de arte. Es conocido desde la antigüedad en Egipto, Grecia y Roma (en pinturas de muros y mosaicos) así como también en las paredes de las iglesias de Europa, donde las imágenes religiosas eran bordeadas por elementos decorativos similares a las que podemos ver en los libros. Con anterioridad hemos dejado claramente establecidas sus funciones adicionales a la estética.
Los italianos quienes fueron los primeros maestros del arte, con sus hermosos marcos influenciaron inicialmente a España, Alemania, Francia, Holanda y luego al resto del mundo. El cambio más profundo en el arte de enmarcar antes del Siglo XX, se produjo a comienzos del Siglo XVI en Italia, cuando los maestros de la época introdujeron el uso de “molduras”, sentando las bases del enmarcado de pintura de caballete o arte húmedo, para los próximos siglos.
Si nos remitimos al origen etimológico del término marco, este procede de la palabra germánica "marka", que significa frontera. En consecuencia este límite, debe corresponderse con la armonía del asunto representado. Dicho de otra manera, "Marcar, es delimitar un territorio y así un marco señala el espacio propio de una pintura y la individualiza en relación a lo objetos colindantes". (1)
Tener claro lo precedentemente dicho, nos permite desde una perspectiva conceptual comprender la importancia del marco. Ante ausencia de datos científicos sobre la historia de los marcos, recurrimos a citar frases de destacadas personalidades de la Historia del Arte, que nos revelan inclusive la manera de pensar de los propios artistas y nos sitúan en el justo contexto, tiempo y espacio, así como el papel que juega el marco en una obra de arte, desde tiempos remotos.
Por ejemplo, Víctor Stoichita, hace referencia en su ensayo, a un tratado de Arte del Siglo XVII que dice: "aparte de que los marcos sirven de adornos a los cuadros, contribuyen de antemano a su lucimiento. Por eso los marchantes y los coleccionistas prefieren no mostrar sus cuadros si no están enmarcados, a fin de que luzcan más. De aquí que los italianos digan que un buen marco, que ellos denominan corniche, es il ruffiano del quadro" (2)
En el mismo sentido, la carta de Poussin a Chantelou en 1639 sobre Los israelitas recogiendo el mana en el desierto, revela de manera contundente e irrefutable la importancia que los maestros de esa época le concedían al marco. Citamos: "Os advertiré tan solo de que os envío vuestro cuadro del mana por medio de Bertholin, correo de Lyon...Cuando lo hayaís recibido, os suplico que si lo encontraís bueno lo adorneís con un marco, pues lo necesita, a fin de que contemplándolo desde cualquier ángulo los rayos del sol sean retenidos y no se esparzan hacia fuera recibiendo la influencia de otros objetos vecinos, que viniendo mezclados desordenadamente con las cosas pintadas confundan la vista... sería muy apropiado que dicho marco fuese dorado de oro mate muy sencillamente, pues este se adecua muy delicadamente con los colores sin ofenderlos... Debe ser colocado algo por encima de la línea de los ojos". (3)
No cabe dudas, que el autor de estas palabras considera que el marco es una condición sine qua non para que la pintura pueda ser realmente, admirada, percibida y protegida. Y se deduce que el marco no solamente separa la obra de su entorno, si no que también contribuye a su conservación. Y que el mismo, está reservado para las obras buenas. De ahí se deriva el hecho, de que numerosas obras no quedaron asentadas en su momento histórico, por no estar enmarcadas.
Esto se comprende mejor, cuando contemplamos las obras maestras colgadas en los museos más importantes del mundo. Ellas por si solas, nos revelan que los artistas cuidaron hasta el más mínimo detalle durante su creación. Y es posible, que su propósito era dejar una huella indeleble, perpetuada en el tiempo a fin de deslumbrar a las generaciones posteriores.
A modo de ilustración cabe señalar, que en el año 1587, se pagó más por la confección del marco del Expolio del Greco, que por la propia obra. El precio pagado por la enmarcación fue 200.600 maravedíes, mientras que por la pintura se pagó 119.000 maravedíes. (4) Ni hablar. Para pagar dicha suma, no cabe dudas de la importancia que se le daba al marco ya entrando al Renacimiento.
Años más tarde, Vincent Van Gogh, se expresó con relación al marco de la siguiente manera: "Solo doy por concluidas mis obras cuando las veo enmarcadas". (5) Sin temor a equivocarnos, este genio creador no concebía su creación fuera de su entorno.
Otro de los grandes a los que hay que hacer referencia con relación al tema que nos ocupa es a Herny Matisse; quien decía: "una pintura ha de verse rodeada por un bello marco dorado, pero no hay cuidado, si la pintura es buena sobrepasará al marco". (6) Estas palabras que contradicen a los modernos de nuestra época, vienen nada menos que de Matisse. Yo quisiera llamarlo Matisse El grande. Sobre todo ahora que está de moda en boca de papanatas, menos es más..., para que el marco no compita con la obra, etc... No hay que agregar nada más. Son las palabras de Poussin dichas de otra manera varios siglos después.
Pero no se puede concluir este tema sin transcribir textualmente el testimonio de Ortega y Gasset, plasmado en su ensayo Meditación Sobre el Marco, en pleno siglo XX: "Un cuadro sin marco tiene el aire de un hombre expoliado y desnudo... No puede faltarle el uno al otro... Su contenido parece derramarse por los cuatro lados del lienzo y deshacerse en la atmosfera". (7)
Cuando una persona, sea coleccionista o no, acuda a enmarcar sus obras de arte, es muy importante saber elegir el lugar donde lo hace, y más aún, la calidad de las molduras que les ofrecen. El marco y la obra de arte, es un matrimonio indisoluble. Ambos están en conexión directa, no por casualidad, ni por protección, ni soporte, ni por los adjetivos que le proporciona. Uno no puede faltarle al otro.
El autor es director de la galería Mesa Fine Art y enmarcador profesional.
- Timón Tiemblo, María Pía: El Marco en España. Sclayprint. ADHISA. Madrid, 2002.
- Stoichita, Víctor I.: La invención del cuadro. Arte, artífices y artificios en los orígenes de la pintura europea. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000.
- Stoichita, Víctor I.: La invención del cuadro. Arte, artífices y artificios en los orígenes de la pintura europea. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000.
- Timón Tiemblo,María Pía: El Marco en España. Sclayprint. ADHISA. Madrid, 2002.
- Zorrilla,Juan José: Historia del Marco. De los orígenes al Renacimiento.(I)Revista Arte Cuadro No.19 Madrid, 1998.
- Zorrilla,Juan José: Historia del Marco. De los orígenes al Renacimiento.(I)Revista Arte Cuadro No.19 Madrid, 1998.
- Ortega y Gasset, José: Meditación del Marco. El Espectador. Tomo III. Editorial Calpe. Madrid, 1921.
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