viernes, 22 de marzo de 2013

A ÁLVARO DEL PORTILLO IN MEMORIAM

El corazón de Álvaro del Portillo dejó de latir el 23 de marzo de 1994, a las cuatro de la mañana. Este siervo fiel entregó santamente el alma a Dios pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, donde había seguido con intensa piedad los pasos terrenos de Jesús, desde Nazaret al Santo Sepulcro. Su última Misa la había celebrado en la iglesia próxima al Cenáculo, la mañana del día 22 de marzo. 
La fama de santidad de la que gozaba Álvaro del Portillo hizo que mucha gente acudiera a la capilla ardiente instalada en la iglesia prelaticia del Opus Dei, en Roma. 
Pero una visita conmovió y consoló a los presentes: el beato Juan Pablo II fue a rezar ante los restos mortales de D. Álvaro. Se arrodilló en profundo recogimiento. A pesar de que se le propuso rezar un responso de sufragio, prefirió incoar la Salve, seguida de tres Glorias y las invocaciones por los difuntos. Aspergió los restos con agua bendita y se arrodilló de nuevo en oración. 

Álvaro del Portillo nació en Madrid, el 11 de marzo de 1914 y falleció en Roma, el 23 de marzo de 1994. Era Doctor Ingeniero de Caminos, Doctor en Filosofía y Letras, y en Derecho Canónico. Desde su incorporación al Opus Dei en 1935 fue la ayuda más firme y el colaborador más próximo de San Josemaría Escrivá de Balaguer, al que sucedió en 1975 con la absoluta lealtad al espíritu que el fundador había dejado. Fue el primer Prelado de la Prelatura del Opus Dei y consagrado Obispo por Juan Pablo II en 1991. 
Su causa de canonización fue abierta en 2004 y el 28 de junio de 2012 Benedicto XVI lo declaró Venerable, al confirmar que ha vivido en grado heroico todas las virtudes cristianas y goza de fama de santidad en la Iglesia. 
Durante los 19 años que dirigió el Opus Dei, se comenzó el trabajo apostólico estable en 20 nuevos países, entre ellos República Dominicana. A la vez impulsó iniciativas de gran alcance social, como el Hospital Monkole, en Kinshasa, el hospital de la Niger Foundation, en Enugu (Nigeria), la Universidad Campus Bio-medico, en Roma, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y el Colegio Eclesiástico Internacional Sedes Sapientiae, también en Roma, donde miles de seminaristas y sacerdotes reciben una cuidada formación doctrinal y espiritual. 
El Promotor de la causa de Álvaro del Portillo dice: Quienes lo han conocido de cerca ponen de relieve, además de la virtud de la fidelidad, otras que pueden parecer menores, pero que son esenciales para un cristiano. Entre estas, la afabilidad y la mansedumbre, porque no se puede decir que sonriera a menudo: sonreía siempre. También la bondad, la capacidad de difundir a su alrededor un clima de serenidad, especialmente en los momentos difíciles. Y no se puede olvidar su laboriosidad: tenía un ritmo de trabajo increíble, no se concedía pausas, y no por eso se le iba la sonrisa de los labios. Era muy exigente consigo mismo y con los demás: daba el máximo y pedía el máximo. 
Álvaro del Portillo es recordado por tantos hombres y mujeres como una persona, un sacerdote de paz y leal a su compromiso de amor a Dios, muy unido a la Iglesia y al Romano Pontífice; supo servir con alegría y total generosidad a San Josemaría Escrivá de Balaguer, a sus hermanos –luego hijos– en el Opus Dei, a sus parientes, a sus amigos y a sus colegas. Con su predicación ayudó a encontrar la felicidad en la fidelidad a Jesucristo a centenares de miles de personas en los diferentes países a los que realizó viajes pastorales. Mucha gente en todo el mundo está convencida de que era una persona santa e invoca su intercesión con el objeto de obtener favores del Cielo. 
Un 23 de marzo, al celebrar su aniversario, acudimos a su intercesión, para que nos ayude a descubrir a Dios en medio de la vida ordinaria y a crecer en virtudes, para agradar a Dios y a las demás personas por Dios. 
P. José Francisco Tejeda

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